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Ek Balam El Jaguar Negro

Durante nuestras visitas al sureste mexicano nunca habíamos escuchado hablar de Ek Balam hasta que en una cena, uno de los invitados nos platicó sobre esta ciudad maya que durmió muchos siglos oculta bajo la selva. Fue descubierta en 1886 por Desiré Charnay, antropólogo francés que al visitar una hacienda en Yucatán se enteró por su propietario, Juan Medina, de la existencia de unas ruinas rumbo a Tizimín, sólo 30 kilómetros al norte de su propiedad. Charnay estaba en México para estudiar los vestigios de Coba y decidió echarle un vistazo a la nueva zona.

Grande fue su sorpresa cuando, entre la maleza que cubría casi todo, percibió los perfiles de muchas construcciones y pirámides. “¡Éste es un gran descubrimiento!”, exclamó Charnay. Sin embargo, no fue sino hasta 1994, ¡un siglo después!, cuando las autoridades comenzaron los trabajos para recuperar este gran tesoro. Charnay no estaba equivocado, Ek Balam, que en lengua maya significa Jaguar Negro o Estrella-Jaguar, posee un glifo que sólo podía ostentar un rey con categoría de divino, lo que habla de su enorme importancia.

Se prevé que al término de las excavaciones Ek tan importante como la zona de Chichén Itzá.

Los Sacbeobs

El placer de estar en un lugar como Ek Balam, tan llenode misterio, es mayor si antes de visitarlo uno se toma el tiempo de informarse un poco, pues entonces cada rincón y cada piedra parecen revelar sus secretos, para conectarnos con un pasado remoto. Entre sus muchos encantos está la paz, que no se interrumpe con la saturación
de turistas. Uno de los pocos accesos es un bien conservado saché, bordeado de árboles. Los sacbeobs (plural de saché) eran caminos elevados sobre piedras amontonadas, que se recubrían de estuco o cal, tenían de cuatro a 20 metros de ancho y unían las ciudades mayas entre sí.

No obstante que algunas construcciones de Ek Balam están muy erosionadas, otras se conservan como si hubieran sido labradas o pintadas ayer. Muchas pirámides y edificios lucen en todo su esplendor, a pesar de estar todavía expuestos a la intemperie. Algunas áreas importantes están protegidas con palapas para detener su deterioro.

En este gran rompecabezas de la historia de los mayas y sus ciudades, cada piedra removida, cada estatuilla recuperada, cada jeroglífico descubierto aumenta el asombro y
arroja un poco más de luz sobre sus habitantes y su cultura, si bien no tanta como para
responder de dónde provenían, por qué desaparecieron y cómo lograron ese nivel de
conocimiento y desarrollo, enigmas aún sin resolver. Los mayas no fueron un pueblo
unificado, vivían en ciudades-estado independientes con sus propios gobernantes.

Aunque comerciaban entre sí y exportaban productos como miel, copal, algodón, cacao, plumas y obsidiana, cada ciudad se responsabilizaba de su abastecimiento de agua, agricultura, economía, rituales y desarrollo.

Aunque Ek Balam 5 uno de los sitios arqueológicos menos conocidos de la altura maya, su belleza no es menor a la de otras ciudades antiguas de la región.

En esta zona semiárida de la península de Yucatán no hay cenotes, motivo por el cual antropólogos y arqueólogos la pasaron por alto, ya que pensaban que debido a la falta de agua no podía haberse construido ahí una ciudad importante. Sin embargo, se han encontrado vestigios de decenas de asentamientos. En Ek Balam quedan restos de canales de riego y un ingenioso drenaje, verdaderas obras hidráulicas que nos hablan de la tecnología alcanzada por los mayas y la forma en que satisfacían su necesidad del vital líquido, recolectando agua de lluvia.

Los edificios, estructuras y subestructuras que conforman la Acrópolis corresponden a distintas etapas y estilos.

Las Murallas

Esta gran ciudad se construyó dentro de tres murallas que marcaban el límite con la selva, las residencias de nobles y sacerdotes, y los templos y edificios principales.

Fuera de las murallas externas y en casas de madera, bejuco y guano, vivían los campesinos, y en otros espacios también amurallados estaban las viviendas de los artesanos, los artistas, los guerreros y los comerciantes. La parte central estaba protegida por una muralla cuya función era evitar que personas ajenas invadieran el lugar. En la Plaza Sur se encuentran los edificios más pequeños, como el Palacio Oval, que fue templo, pero también residencia de los nobles. Dentro se han encontrado ofrendas y enterramientos. Hay adoratorios y templos menores.

En la Plaza Norte se ubican los edificios grandes, aunque sólo ha sido excavada la Acrópolis. Esta magnífica construcción es el segundo edificio más grande, aún en pie, de la civilización maya en la península de Yucatán (el primero es la pirámide de Kinich Kak Moo en Izamal).

La Acrópolis mide 160 metros de largo y 32 de altura. En la fachada principal se ve una representación de monstruos. Desgraciadamente, el estuco se ha deteriorad: mucho, aunque algunas pinturas murales conservan todavía colores muy vivos. En los frisos y estelas de las estructuras aparecen nombres de antiguos gobernantes.
Las construcciones más grandes se comunican entre si por un laberinto de pasadizos y escalinatas.

Cinco sacbeobs, cuatro de ellos hacia los puntos ordinales, comunicaban Ek Balam con el resto del mundo maya. Sus relaciones comerciales y culturales fueron con Coba, y la región Puuc, sobre todo Chichén Itzá.

Desde uno de los edificios más altos aún pueden VE a 60 kilómetros de distancia, los restos de Coba y Chichén Itzá como brillantes puntos blancos entre el verde intenso de la selva.

El periodo de esplendor de esta ciudad prehispánica data del año 800 aproximadamente. Su economía estaba basada en productos come el copal y la obsidiana, entre otros.

Ek Balam tovo su apogeo entre ‘ios años 250 y 1200. Su extraordinaria arquitectura presenta elementos decorativos con influencias de las zonas Peten y Puuc, aunque con un estilo propio. Al caminar por la ciudad pronto se descubren serpientes, guerreros, calaveras, monstruos y cabezas de Chac (dios de la lluvia y la fertilidad), tallados en piedra. La vida de los mayas estaba centrada alrededor de la religión y los elementos decorativos se hacían, sobre todo, en honor a sus dioses, pero en Ek Balam sus más importantes reyes compartían los honores.

En este lugar hay una biblioteca interesante, que muestra códices mayas. En ellos se registraban hechos, sistemas cronológicos, literatura y conocimientos de astronomía, medicina y botánica. Los sacerdotes eran los encargados de escribirlos y los únicos que podían leerlos e interpretarlos. Los códices fueron escritos sobre amate, una corteza vegetal, y sobre piel de venado tratada.

Al visitar el temazcal y el juego de pelota que está en medio de las dos plazas, donde se encontró una ofrenda de 90 vasijas de barro llenas de pelotas de piedra quemadas, es inevitable echar a volar la imaginación para recrear la vida de miles de personas con la frente aplanada como era costumbre entre los mayas, vestidas de blanco y con extraños tocados. Al final del recorrido, el visitante no puede sino pensar que la grandeza de Ek Balam, el Jaguar Negro, es una herencia no sólo mexicana, sino toda la humanidad.

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