Durango, una de las joyas del norte de México, se destaca no solo por sus paisajes impresionantes, sino también por ser un estado que ha jugado un papel importante en la historia del cine mundial. A lo largo de los años, su terreno accidentado y vastos desiertos han servido como telón de fondo para numerosas producciones cinematográficas. Sin embargo, el encanto de Durango va mucho más allá de sus sets de película. Este artículo te llevará a un recorrido por los sitios más fascinantes que ofrece esta entidad, desde majestuosos humedales hasta pueblos fantasma cargados de historia.
Durango es un estado lleno de contrastes, donde la historia y la naturaleza se entrelazan para ofrecer una experiencia turística única. Desde sus icónicos sets cinematográficos hasta sus deslumbrantes paisajes naturales, hay algo para cada tipo de viajero. Ya sea que prefieras la emoción de cruzar un puente colgante en un pueblo fantasma o la tranquilidad de observar aves en un humedal, Durango te sorprenderá en cada esquina. Si estás planeando tu próximo viaje, no dudes en incluir estos destinos en tu itinerario y sumérgete en la riqueza cultural y natural de este increíble estado mexicano.
Sets cinematográficos: Un vistazo a la historia del cine
Para los amantes del cine y la historia, Durango es un paraíso. Dos de los escenarios más emblemáticos de la región son La Joya y Chupaderos, ambos situados en las cercanías de Canatlán. Estos lugares han sido el hogar de importantes producciones cinematográficas a lo largo de los años, atrayendo a cineastas tanto nacionales como internacionales. Las planicies áridas, montañas y cielos despejados de Durango evocan el lejano oeste, lo que ha convertido a estos sets en ubicaciones perfectas para rodajes de películas westerns, un género que marcó profundamente la cultura cinematográfica.
La Joya y Chupaderos no solo son interesantes por su relevancia cinematográfica, sino también por el ambiente histórico que emanan. Visitar estos lugares es como retroceder en el tiempo y caminar entre los escenarios donde grandes producciones tomaron vida. En la actualidad, estos sets permanecen como testigos mudos de una época en la que Durango fue conocida como la “Tierra del Cine”.
La Laguna de Santiaguillo: Un refugio natural en la “Ruta de Villa”
Para quienes disfrutan de la naturaleza, Durango tiene mucho más que ofrecer. Un ejemplo perfecto de ello es la Laguna de Santiaguillo, el humedal más grande de México. Este paraje natural se encuentra en la llamada “Ruta de Villa”, que lleva su nombre en honor al famoso revolucionario Pancho Villa. El recorrido hacia la laguna es una experiencia en sí misma, pues se transita entre paisajes ásperos y desolados que resaltan la belleza salvaje de la región.
Al llegar a la laguna, los visitantes son recibidos por un paisaje impresionante, donde se puede degustar pescado fresco en las orillas o disfrutar del avistamiento de aves migratorias que eligen este sitio como su refugio invernal. La laguna de Santiaguillo es un destino privilegiado para el ecoturismo, y una parada obligada para quienes buscan conectar con la naturaleza y explorar uno de los ecosistemas más ricos del país.
El Cañón de Fernández: Un oasis para el ecoturismo
El Cañón de Fernández, ubicado en el corazón de Durango, es un verdadero paraíso para los aficionados al ecoturismo y las actividades al aire libre. Este oasis silvestre ofrece un entorno único para la práctica de deportes extremos y actividades recreativas. Entre las más populares se encuentran el ciclismo de montaña, que permite a los aventureros explorar los rincones más ocultos del cañón, y el kayak, ideal para recorrer las aguas tranquilas que fluyen a través de este impresionante paisaje natural.
El cañón también es un refugio para la flora y fauna locales, lo que lo convierte en un lugar perfecto para los amantes de la naturaleza que buscan observar especies endémicas en su hábitat natural. Además, las formaciones geológicas del cañón son un recordatorio de la majestuosidad del entorno natural de Durango.
Ojuela: Un pueblo fantasma lleno de historia
Para quienes disfrutan de la historia y el misterio, una visita a Ojuela es imprescindible. Este pueblo fantasma, ubicado a 64 kilómetros de la ciudad de Lerdo, es un testimonio de la riqueza minera que alguna vez impulsó la economía de la región. En su época de mayor esplendor, Ojuela prosperó gracias a la explotación de la mina Santa Rosa, cuyo socavón aún puede ser visitado por los turistas.
Sin embargo, una de las atracciones más impresionantes de Ojuela es su puente colgante, una estructura de ingeniería formidable que se extiende a lo largo de 300 metros. Los visitantes pueden atravesarlo a pie, disfrutando de las vistas vertiginosas que ofrece. Para los más intrépidos, también existe la opción de cruzar en tirolesa, una experiencia emocionante que permite disfrutar del paisaje desde una perspectiva completamente diferente.
Reserva de la Biosfera de Mapimí: Un desierto lleno de vida
Otro de los destinos imperdibles de Durango es la Reserva de la Biosfera de Mapimí, una vasta extensión de tierra caracterizada por sus paisajes desérticos y una increíble biodiversidad. Esta área protegida es hogar de una variedad de especies de flora y fauna, muchas de las cuales son endémicas del desierto de Chihuahua.
Uno de los puntos más destacados dentro de la reserva es el Cerro de la Bufa, una montaña que ofrece vistas espectaculares del paisaje desértico que se extiende hasta donde alcanza la vista. Desde la cima, los visitantes pueden apreciar el contraste entre los tonos rojizos de las plantas y el azul intenso del cielo, una imagen que captura la esencia del desierto mexicano.
La Reserva de Mapimí también es famosa por su rica historia geológica y arqueológica, lo que la convierte en un lugar fascinante para los estudiosos de la naturaleza y la historia. Es un sitio que, a pesar de su aridez, está lleno de vida y misterio, ideal para los amantes del ecoturismo y la exploración de ambientes extremos.
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