El equinoccio de primavera es un evento astronómico que los viajeros y turistas asocian con la zona arqueológica de Chichen Itzá en el estado de Quintana Roo, México. Todo ello por el extraordinario evento astro-arqueológico del descenso de la serpiente emplumada desde lo alto de uno de sus templos, más impresionantes, en un fenómeno de sombras que se presenta justo en los equinoccios. Pero esta maravilla natural se vive con similar interés en otros tantos yacimientos precolombinos del territorio nacional. En lo que sigue les recomendaremos visitar la zona arqueológica de Tulum, para darle la bienvenida a la primavera en el marco del equinoccio.
La salida del astro rey en el equinoccio primaveral se manifiesta en Tulum justo detrás del edificio denominado El Castillo, mientras que la puesta de sol en ese mismo día, el 21 de marzo, acontece justo sobre la puerta de salida en el poniente de ese yacimiento arqueológico de la cultura maya.
El fenómeno del equinoccio era de gran importancia simbólica y religiosa para numerosas culturas del México Antiguo puesto que indicaba el inicio de la primavera en el hemisferio norte y por ello en las estructuras, templos y pirámides de varios yacimientos precolombinos localizados en la Península de Yucatán estaban orientados de acuerdo a la posición de distintos astros del firmamento.
Tulum, ese formidable conjunto de vestigios mayas levantado en un gran risco frente al Mar Caribe, en las costas quintanarroenses, nos revela el modo en el que las culturas precolombinas utilizaron la tecnología que tenían disponible para comprender el vínculo que tenían los astros del firmamento con nuestro planeta. En este sentido, para los mayas y los aztecas, por ejemplo, el Sol y Venus tuvieron un rol determinante para la creación de calendarios de actividades de siembra, cosecha y festejos de los diferentes dioses.
En la península yucateca, los mayas precolombinos invirtieron muchos recursos y tiempo en el estudio de los astros y las matemáticas que revelaban en sus particulares desplazamientos en el cielo. Todo ello se tradujo en la construcción de grandes edificios que nos revelan la posición de los más importantes cuerpos celestes a lo largo del año. Ese es el caso de Chichen Itzá, Dzibilchaltún y Tulum.
Tulum se encuentra a unos 130 kilómetros al sur de Cancún y es una auténtica joya cultural, arqueológica e histórica en el entorno de la Riviera Maya, en las costas de Quintana Roo.
El equinoccio de primavera en el Caribe mexicano se caracteriza por ser una época de transición entre el invierno y el verano. En general, el clima es cálido y tropical durante todo el año en esta región, pero durante la primavera, las temperaturas comienzan a aumentar gradualmente.
Durante el equinoccio de primavera, que generalmente ocurre alrededor del 20 de marzo, se produce un fenómeno interesante conocido como “el día y la noche de igual duración”. En ese momento, la duración del día y la noche es prácticamente la misma en todo el mundo, lo que marca el inicio oficial de la primavera en el hemisferio norte.
En el Caribe mexicano, las playas y los destinos turísticos son muy populares durante esta época del año. Muchas personas aprovechan las temperaturas agradables para disfrutar del sol, las aguas cristalinas y las actividades acuáticas, como nadar, hacer snorkel o bucear en los arrecifes de coral.
Es importante tener en cuenta que durante la primavera también se puede experimentar un aumento en la humedad y en la frecuencia de las lluvias, ya que coincide con la temporada de lluvias en la región. Sin embargo, las lluvias suelen ser breves y no afectan significativamente las actividades turísticas.
Así entonces, el equinoccio de primavera en el Caribe mexicano se caracteriza por temperaturas cálidas, playas hermosas y una gran variedad de actividades para disfrutar al aire libre. Es un momento ideal para visitar la región y disfrutar de sus encantos naturales.
El equinoccio de primavera tenía una gran importancia para la civilización maya, ya que estaba estrechamente relacionado con su cosmovisión, su calendario y sus creencias religiosas. Los mayas eran expertos observadores del cielo y tenían un profundo conocimiento de los movimientos astronómicos.
El fenómeno del descenso de la sombra de la serpiente emplumada en Chichen Itzá es una de las atracciones más destacadas en ese sitio arqueológico. Durante el equinoccio de primavera, los rayos del sol crean un efecto visual en el Castillo de Kukulkán, donde los triángulos de luz invertidos forman la imagen de una serpiente que parece descender por la escalera norte del edificio, culminando en la cabeza de la serpiente esculpida en la base.
El equinoccio de primavera es un fenómeno astronómico que marca el inicio de la primavera en el hemisferio norte y el otoño en el hemisferio sur. En términos estrictamente astronómicos, el equinoccio ocurre cuando el Sol cruza el ecuador celeste, y esto sucede en un momento específico del día.
A pesar de que el equinoccio astronómico ya haya ocurrido, los visitantes aún pueden apreciar el efecto visual de la serpiente descendiendo en el Castillo de Kukulkán durante algunos días después del equinoccio. El evento atrae a una gran cantidad de turistas, especialmente extranjeros, y se estima que la asistencia puede aumentar hasta un 400 por ciento durante esta época.
Para los mayas, el equinoccio de primavera marcaba el inicio de la temporada agrícola y estaba asociado con la fertilidad de la tierra. Era un momento crucial para realizar rituales y ceremonias destinadas a asegurar buenas cosechas y el equilibrio de la naturaleza.
Durante el equinoccio de primavera, los mayas llevaban a cabo observaciones astronómicas precisas para determinar la posición del Sol en relación con sus monumentos y estructuras sagradas. En lugares como Chichén Itzá, se puede apreciar el fenómeno del “descenso de Kukulcán” o “serpiente emplumada”, donde la luz del sol proyecta una sombra que se asemeja a una serpiente que desciende por las escaleras de la pirámide de El Castillo. Este fenómeno es considerado un evento sagrado y atrae a muchos visitantes cada año.
Además, el equinoccio de primavera también estaba relacionado con el concepto maya del tiempo y la renovación. Los mayas creían en ciclos cósmicos y consideraban que el equinoccio de primavera era un momento de transición y renovación espiritual.
En resumen, el equinoccio de primavera tenía implicaciones significativas para los mayas, quienes lo asociaban con la agricultura, la fertilidad, la renovación y realizaban rituales y ceremonias especiales para honrar este evento astronómico.